EL MONJE O

Con la grave armonía que lo distingue, el novicio O contestaba a la difícil pregunta con la frase: Oraría con usted si yo tuviera menos prisa.

Gracias a su respuesta, O dejó el templo, ya como monje certificado, sin necesidad de examen profesional para egresar y sin obligación de credencial para ejercer lo aprendido.

O ejerció como monje con el rigor y el tiempo suficientes para merecer un ascenso. En el ritual que convierte el conocimiento en reconocimiento, el monje O, con la grave armonía que lo distingue, respondía a la difícil pregunta solo con una frase: Oraría con usted si tuviera más prisa. O fue aislado por renunciar a remontar el escalafón con su osada respuesta.

En la praxis, el rebelde O fue expulsado de su gremio, aunque en rigor teórico su calidad de monje siga inalterada. Desde entonces, la situación de O resulta absurda: monje pero libre, y explica el arriesgado caminar del monje O, solo por el borde de toda cara de la fe. Esta es su ambigua condición, la misma que vuelve su cantar doloroso a los oídos y el corazón de quienes conocen la flor de la esperanza.

Para aquellos cuyo ser obedece a un nombre, hay una sonora secuencia a la que acatan como llamado y un ordenamiento de símbolos que los define en papel. Además, aquellos cuyo ser se puede traducir en letras tienen reglas claramente definidas que unen al sonido y al símbolo que nombra todo lo que existe. Las letras invocan y evocan la unidad de todo ser cuyo nombre existe.

El monje O tuvo un momento de iluminación que brilla en su universo, el de las palabras, todas las que hay. ¡Oh, resplandor que da luz a cada letra –sonido, luz o mancha– que nació después del momento en que el monje O obtuvo la gracia!

Una frase maravillosa valió el ascenso de O a otro nivel de conciencia en el espiritual escalafón de las letras. La originó una difícil pregunta cuya respuesta O asumió por compromiso. La frase fue: Oraría con usted si existiera la prisa. El tiempo no existe más allá de este desfile de 2,182 caracteres, incluidos números, espacios y signos de puntuación. Desfile que usted termina de leer ahora y que captó su atención al principio, con mi nombre en mayúsculas: EL MONJE O.